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Una excursión fallida que me llevó al croissant más rico de Madrid.

  • eatingoutinstagram
  • 19 ago 2021
  • 4 Min. de lectura

Admitámoslo, la mayoría de las veces los planes no salen bien y eso nos frustra y nos pone de mal humor. Pero hay veces que estos planes fallidos nos llevan a sitios o a cosas que valen la pena y esta historía va sobre una de esas veces.


Soy una persona a la que le encanta el arte y sobretodo el arte urbano así que decidí buscar en internet los mejores sitios de grafitis y arte urbano de Madrid y hacerme un itinerario. Así un sábado por la mañana cogí una botellita de agua fresquita y me adentré por las cuestas de Madrid a seguir el itinerario que había encontrado y construido por internet.


Empecé por la calle Lavapies, donde se suponía que habían muchas pintadas guays (spoiler, no habían) y lo único que encontré fue una bajada terrible que sabía que más tarde tendría que subir. Al menos no fue todo en vano ya que la calle en sí es bastante bonita, claramente es un barrio más humilde y más acogedor que muchos de los del centro y siempre sienta bien salir un poco de todo eso. Al final de la calle y un poco más para la derecha se encuentra La Tabacalera, que era mi siguiente parada.


De camino a La Tabacalera me encontré con una cafetería que estaba en mi lista de sitios pendientes que visitar, el PUM PUM CAFÉ, que tenía una cola terrible pero donde en 10 min me sirvieron un café y un croissant para llevar (más una bolsa de tela chulísima) todo por 8€. El croissant me lo comí más tarde en plena Gran Vía y pese al calor, el tráfico y todas las molestias de verdad que ha sido el croissant más rico que me he comido en años. Mi idea era pedir un croissant relleno de pistacho o algo similar que había visto en una foto de Instagram y me había hecho babear pero solo les quedaba el normal, así que pedí ese y me apunté mentalmente hacerles otra visita, que tendrá que ser muy pronto porque todos los días sueño con ese croissant... (Tienen varios locales por Madrid, mi idea es visitar el Pum Pum Bakery). Tienen también un menú de brunch súper completo y muy bien de precio y unos locales preciosos pero os recomiendo ir entre semana ya que la cola puede ser bastante larga los findes.


Mi siguiente parada antes de La Tabacalera fue una tienda de discos y vinilos llamada VOLT music and records, donde encontré un vinilo de Cat Stevens por 9€, muchas camisetas guays, vinilos que decidí que me compraré cuando mi sueldo mejore y a un señor bastante escueto y que no sabía organizar muy bien los vinilos...


Esa parada fue bastante breve y 5 min después llegaba a la puerta de La Tabacalera y descubría que estaba cerrada. Rápidamente busqué en google y descubrí que están cerrados hasta nuevo aviso... Si, ya lo sé, tendría que haberlo mirado antes de salir de casa pero ni se me pasó por la cabeza... Al menos descubrí que las paredes de un lado del edificio están llenas de murales preciosos y pude tener una pequeña dosis de arte (tenéis un reels en mí Instagram con todos los murales acompañados de buena música).


Mi ánimo estaba empezando a decaer pero aún así me dirigí decidida a mi siguiente destino, el número 32 de la Calle Montera, esa calle céntrica conocida por otras cosas de vida más alegre que las pintadas callejeras y que Oh! Sorpresa! Tampoco era lo que me habían vendido. El número 32 de la Calle Montera es un pasaje que presumiblemente estaba lleno de arte urbano y que en realidad es un pasaje bonito pintado entero de naranja y con locales para comer bastante interesantes.


Con la decepción y la necesidad de que algo saliese bien me dirigí sin pararme a La Plaza de los Cubos, donde al principio no encontré nada hasta que descubrí que había que bajar por unas escaleras a un pasaje subterráneo. Esto más que una decepción fue un enfado ya que si, había un pasaje con unas paredes pintadas con lo que parecía dibujos y motivos en 3D preciosos y que estaban tapados completamente con grafitis que algún adolescente había hecho sin mucha idea y con muy poco gusto, la verdad. No estoy en contra de los grafitis, ni mucho menos, pero creo que hay que saber dónde y cuándo hacerlos. Me llena de una rabia inmensa cuando algún desconsiderado con un bote de spray estropea el arte urbano... Sea cual sea el tipo... No entiendo que le pasa a esta gente por la cabeza, hay mil paredes donde pintar, no es necesario hacerlo sobre la obra de otra persona...


En fin... La última parada fue el Mercado de los Montenses y en esté no me voy a detener mucho ya que estaba cerrado y tengo que volver algún día en el que mire los horarios antes de salir de casa para poder comprobar si es verdad lo que dicen del arte de sus persianas interiores.


Después de la pérdida del ánimo, del cansancio y del cabreo decidí sentarme en la Gran Vía a comerme el deseado croissant y de verdad que se me quitaron todas las penas al momento.



 
 
 

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